Fueron segundos interminables. Al verlo caer le pareció que el golpe lo hubiera recibido ella misma. Tenían una conexión especial, para lo bueno... y para lo malo. Un impulso la hizo querer levantarse inmediatamente para ir hacia allí, pero sabía que debía esperar a que se marcharan si realmente quería hacer algo por él. De lo contrario la atraparían también a ella y estaba claro que no saldrían de allí, no con vida.
Los soldados tardaron un rato en marcharse, el suficiente para que Adam perdiera la conciencia y Vania se pensara dos veces sino valía la pena salir y enfrentarse a ellos de una vez por todas. Pero eran muchos, demasiados, pero como pudo comprobar tampoco habían acertado mucho con el golpe si lo que pretendían era matarlo. Tenía una brecha importante pero consiguió hacerle volver en sí.
Se puso a su lado de rodillas, y Adam permaneció apoyado encima tratando de abrir los ojos con dificultad mientras la chica le curaba la herida.
- Lo siento mucho Adam... debería haberte hecho caso, sino hubieras tenido que venir no nos hubieran visto y no estarías así...
- No te preocupes por mí.- le dijo él.
Y ella subió la cabeza, no tenía fuerzas para verle.
- Mírame.- le pidió.
La chica bajó poco a poco la barbilla hasta que le vio los ojos. Los dos sabían que estaban llorando, a él apenas se le saltaban las lágrimas pero ella sabía que no sería capaz de sostenerle la mirada. Una profunda angustia la recorría por dentro. Se acercó un poco más y le acarició la cara. Aún no le había cicatrizado la herida y estaba muy pálido ya que había perdido mucha sangre.
- ¿Sabes? Mientras esperaba a que se marcharan y te miraba me he dado cuenta de que si no hubiera podido recuperarte nunca... habría podido encontrar a nadie que tuviera tanta facilidad para sacarme de mis casillas como para hacerme sonreír tan solo con cogerme de la mano. - le dijo mientras se apartaba una lágrima justo antes de que se escapara por su mejilla - Ni tampoco a nadie que me dijera que le gusta pasear conmigo colocándose siempre en el lado izquierdo...
Era una de las cosas que Adam más admiraba de ella, y de las que más le gustaban, ese toque de humor que siempre sabía sacar hasta en los momentos más complicados, y siempre. Al sentir su mano y ver que se acercaba, Adam ladeó la cabeza y cerró los ojos. Quería sentirla una última vez. En ese momento, cuando estaban tan cerca el uno del otro, él le susurro al oído:
- Nunca olvides que pase lo que pase nadie podrá cambiar lo que vivimos y sobre todo, no olvides que hagan lo que hagan, mientras que tú me recuerdes, yo no moriré, viviré siempre en tu memoria y mi alma estará en tu corazón.
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